Las residencias de ancianos, como hoy las conocemos, empezaron a florecer en España a finales de los años setenta. Fue entonces cuando se empezó a concebir la atención a las personas mayores dentro del sistema público y empezaron a construirse grandes centros. El ideal, promovido también desde empresas privadas que se embarcaron en este nuevo negocio, era el de un hotel cinco estrellas, en lucha contra la imagen de los antiguos asilos de ancianos, orientados sobre todo a mayores indigentes y gestionados por religiosos.

Fuente: El Independiente

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